En un hogar maracucho

- Abueelooo, qué vaina, cuando se pierde entonces es que hay que largar el gañote llamando al sordo este; ¡abueeetooo!, ¿dónde estáis metió?

- ¿Cuál tío, mija?, ¿quién fue el que vino?, yo tengo años que no veo a ninguno de mis hermanos.

- No, chico, te busco pa' ver si te llevo por fin a arreglar los zapatos.

- ¿El que parece un pato?, déjate de vainas, que en mi familia ninguno es pato, ahí lo que sobran son machos vernáculos y mujeres muy finas, por cierto, vos no saliste a ninguna de tus tías.

- Otra vez lo mismo, es que voy a mandarle a poner a mis zapatos las tapitas.

- Ni tan chiquitas, fíjate que tu tía Hermelinda mide casi como yo, un metro sesenta y ocho.

- ¡Ay, abuelo!, ¿vos te creéis muy alto?, vos parecéis un tapón de botella.

- Eso sí, bellas, todas son bellas, por fin estamos de acuerdo en algo, viéndolo bien, vos tampoco sois tan

fea que digamos, algo sacaste de mí y de tu madre.

- Que Dios me perdone, pero si yo me pareciera a vos, te juro que nunca hubiera salido pa' la calle, ni muerta.

- ¿Quién es tuerta?, ya empezaste a ofender, esa es la envidia que te mata, si algo tienen mis hermanos bien bonito son sus ojos, así que más tuerta sois vos... Aja, ¿quién fue el que vino que no la veo?

- Abuelo, yo no dije que vino nadie, lo que pasa es que vos todo lo oís al revés.

- ¿Andrés? ¿Cuál Andrés, mija?, yo no tengo ningún hermano llamado Andrés, ese debe ser el nombre de tu nuevo pretendiente, que lo tenéis a flor de labios.

- Ya caíste otra vez en lo mismo, bueno me voy, te dejo con tu peleadera.

- ¿Entera?, ahora que decis entera, llévame los zapatos pa' que Juancho, que le ponga la suela entera, me hacéis el favor.

No hay comentarios: