Mesera compasiva

Un pobre hombre que había perdido sus brazos en un accidente entra a un bar y de inmediato es atendido por una bonita y joven mesera.


-Por aquí, señor -lo guía hacia una mesa. Luego aparta las sillas, escoge una y ayuda al mocho a sentarse, empleando para ello el sumo cuidado.

Después de preguntarle al cliente, la mesera, con la mejor de sus sonrisas, pregunta:

-¿Qué le puedo servir al señor?

-Una cerveza, por favor...

La joven trae el líquido lupuloso en una jarra, y muy compasiva, se la da a tomar en la boca. Consumida la cerveza, el accidentado de los brazos solicita un cigarrillo. Y la chica mesera, con la misma consideración, se lo da a fumar lentamente.

Sumamente halagado por la cortesía y más que eso, por la paciencia de la cantinera, vuelve a pedir una cerveza. Se repite la escena de la primera vez. Y así pide otra más... y otra... y otra... hasta perder la cuenta del número de jarras ingeridas.

Como ocurre y es frecuente con los que beben muchas cervezas, aquel cliente tiene necesidad urgente de ir al sanitario. Se dirige a la muchacha y pregunta:

-Señorita, ¿aquí hay baño?

Maliciosamente sorprendida, después de que pasara el color rojo de su cara, la mesera bonita y compasiva dijo:

-Lo siento; pero ese servicio aquí no lo tenemos..

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