MALOS Y PEORES

TRABAJANDO
En el aula de un liceo, un inspector del Ministerio de Educación se dirige a alguien que considera es alumno:
- A ver Ud. que está cerca de la puerta ¿Cuándo ocurrió la Batalla de Carabobo?
- No lo sé.
- Pero sí sabrá la de la Batalla del Lago de Maracaibo.
- ¿Del Lago? ¡Ni idea!
- Veremos, ¿quién incendió Roma?
- No sé nada de eso.
- Entonces, ¿qué hizo usted anoche en vez de estudiar?
- Estuve jugando dominó.
- ¡Muy bonito! ¿A qué viene usted aquí, entonces?
- He venido a poner un bombillo. Soy ayudante del electricista.
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DUDA DIVINA
Se cuenta que un misionero extraviado en una selva vio un león amenazador. Se santiguó y dijo:
- ¡Dios mío, dale sentimientos cristianos a esta fiera salvaje!
Mientras que el león, arrodillándose, habló así al Señor:
- ¡Dios mío, bendice la comida que voy a tomar!
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EL PINGÜINO
Un señor ve a un pingüino por la calle y le dice a un policía: “¡llévese a este pingüino al zoológico!”
Al próximo día ve al policía con el pingüino por la calle y le pregunta: “¡se llevó al pingüino al zoológico!”
A lo que le contesta el poli: “¡Sí! y ahora me lo llevo al cine”...
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LA PEOR PARTE
Se encuentran dos amigos, uno de ellos todo golpeado, un ojo morado, curado por todas partes, un brazo enyesado y un bastón para apoyar su adolorida humanidad, lo que obliga al otro a preguntar:
- ¡Verticación primo!, ¿quién te atropelló?
- ¡Ayyy, nadie chico, fue que me agarré con el querío de mi mujer y nos dimos como los buenos, pero él se llevó la peor parte, aaaay!
- ¡Así se hace! Lo mandaste pa’l hospital, ¿verdad?
- No chico, se llevó a mi mujer... ¡aaaayyyyy!
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NO HAY MAL QUE…
Dos cazadores regresaban á la ciudad luego de una excursión por el monte, cuando de pronto el automóvil en el cual viajaban se apagó. No quiso andar más. Estaba descompuesto.
Como quiera que la noche estaba oscura y habla que meterse debajo del carro, por temor a las serpientes no lo hicieron y más bien buscaron alguna casa donde refugiarse.
Tras caminar no más de diez minutos, se toparon con una casona de aspecto próspero, sede de una hacienda. Los recibió una joven hermosa y rubia quien les dio a allí pasaron la noche.
Antes de acostarse, se enteraron que la anfitriona y dueña de la hacienda era viuda, pues su esposo, el dueño de todo aquello, había muerto el año anterior.
A la mañana siguiente, la joven y bonita viuda les sirvió un desayuno de reyes: había de todo. Comidos y descansados, fueron a buscar el carro.
Ocho meses después de aquella aventura, los dos cazadores se encontraron en una fiestecita y hablaron de ocurrido aquella noche la cual no olvidaban nunca.
- Dime la verdad -dijo el uno al otro después que yo me dormí, estuviste muy amable con la viuda? ¿Te acostaste con ella?
-Así fue en efecto...
¿Y por qué en vez de darle tu nombre verdadero le diste mi nombre?
- Eso ya pasó, chico. Perdóname esa mala jugada. Jamás volveremos a saber de ella...
- Estás equivocado y en vez de perdonarte, más bien tengo que agradecértelo- dijo el otro.
- ¿Por qué?
- Acabo de recibir una comunicación de parte de un abogado, su albacea testamentario, anunciándome que la viuda ha muerto y me ha dejado la hacienda y todo lo demás...
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