Caricias Prohibidas

La señora, medio dormida en su cama, escucha cuando llega su marido del trabajo. El cuarto está en penumbra. De repente, siente como él la acaricia suavemente, casi de manera furtiva, recorriendo delicadamente la periferia de su cuerpo.
Ella siente cómo su cuerpo reacciona inmediatamente a las caricias. El marido toma sus manos y las recoge, mete una de sus manos por su espalda y llega atrevidamente hasta sus redondeces.
En este momento, la señora está que arde, jadeante, temblorosa, húmeda, deseosa y con los vellos erizados. Entonces, sus piernas son abruptamente levantadas. La mujer siente que la pasión perdida por años ha regresado y le encanta sentir cómo su hombre apoya sobre ella todo su peso.
La enerva sentir en su nuca el aliento calido de su marido. Ella se prepara, entrecierra los ojos y levanta las caderas; separa y flexiona sus piernas y se dispone a ser poseída, cuando de pronto su marido suelta sus piernas, gira sobre sí mismo y se acomoda en su lado de la cama.
La mujer, respirando hondamente, entre asombrada y al borde de un colapso pregunta:
- Pero... ¿Qué pasó?
Él, pausada y tranquilamente, responde en baja voz:
- ¡Ya!
- ¿Ya qué, (le grita histérica)?
- Que sigas durmiendo. Ya encontré el control remoto…

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